Trastorno del sueño en los niños

Por Claudia Agramonte Saba - -



Los verdaderos problemas son aquellos que afectan a la cantidad y calidad del sueño o los que provocan conductas y situaciones anómalas durante el mismo.

Detectar la existencia de una patología es el primer paso para superarla. Aquí te iniciaremos en el reconocimiento de las más comunes aunque recuerda que el diagnóstico a de venir de la mano de un especialista.

.Sueño insuficiente: es importante darse cuenta de si nuestro hijo duerme menos horas de las que necesita. Para ello no hemos de mirar el reloj contando cuantas horas permanece dormido, pues hay personas que necesitan más o menos horas para estar perfectamente, sino como se encuentra cuando está despierto.
En los bebés no es tanto el problema pues a lo largo del día pueden hacer una o varias siestas según lo necesiten, pero para los niños en edad escolar es más difícil recuperar el sueño perdido durante la noche. Si observas que tu hijo durante el día está somnoliento, cansado, irritable, le cuesta concentrarse… es posible que necesite dormir más horas por la noche. Intenta adaptar la rutina diaria para que se vaya antes a la cama.




Sueño excesivo: para saber si tu hijo es simplemente un “dormilón” o si verdaderamente tiene un trastorno, has de observarle mientras está despierto. Si tu hijo se despierta cansado y su fatiga dura todo el día, si bosteza frecuentemente, si le cuesta mostrar atención y sufre ataques irrefrenables de sueño durante actividades tranquilas… puede que sufra lo que en los adultos se conoce como narcolepsia.

Apneas obstructivas: son pausas en la respiración durante el sueño que duran unos segundos y que suelen ir acompañadas de ronquidos. El niño con estos síntomas y que además suele dormir con la cabeza hacia atrás y la boca abierta, que suda más de lo normal, que tiene un sueño intranquilo (puede tener pesadillas), es posible que sufra de apneas por obstrucción causadas por tener muy grandes las amígdalas y/ó las vegetaciones. El resultado es que durante el día el niño puede estar hiperactivo, irritable, somnoliento, con dificultad para concentrarse… todo ello por no poder dormir bien.

Pesadillas: son sueños poco agradables que provocan que el niño se despierte sobresaltado en mitad de la noche. Lo normal es que las sufra como consecuencia de algo que le haya sucedido durante el día y que le ha causado estrés. Suele bastar con tranquilizar al niño. El problema llega cuando estos episodios se repiten casi cada noche, ya que delatan que el niño vive en un estado de ansiedad constante y es muy importante averiguar la causa.

Terrores nocturnos: es un trastorno que sucede a las pocas horas de acostarse. El niño, sin despertarse, se incorpora gritando, llorando, se mueve agitado, tiene los ojos abiertos y respira de forma acelerada, al cabo de unos 15 minutos puede volverse a dormir o despertarse del todo pero en ambos casos no recordará nada. Hay que permanecer junto a él para que no se haga daño y no despertarle.

Sonambulismo: es parecido a los terrores, el niño no se despierta pero se incorpora de la cama con los ojos abiertos, se levanta y camina por la casa, normalmente se encuentra tranquilo y finalmente regresa a la cama para dormirse de nuevo.

Automecimiento: significa que el niño se mece solo como medio para liberar tensiones. Si se produce de forma violenta puede ser peligroso al poder lesionarse por golpearse con los barrotes de la cuna o con la pared. Es una patología observada en niños con carencias afectivas graves o en aquellos que no han podido establecer un vínculo correcto con sus padres y/ó cuidadores.

Otras patologías: hay otras manifestaciones como el hablar en sueños (somniloquia), el rechinar de los dientes (bruxismo) asociado a la ansiedad y el estrés, y las alucinaciones o sensaciones a la hora de empezar a dormirse ó durante la noche (notar como si te caes ó como si tus extremidades crecieran ó menguaran) ó al momento de despertar (da la sensación que no te puedes mover).