tomado del http://nacional.com.do/, edición jueves 26 de septiembre del 2008
Morirse pendejamente
El cáncer de cuello uterino o cáncer de cervix es 100 por ciento evitable. Con un simple papanicolau que es un procedimiento fácil y económico se pueden prevenir la muerte de miles de mujeres. En nuestro país, esta enfermedad es la segunda causa de muerte por cáncer en mujeres, precedida del cáncer de mamas y la cuarta causa de muerte en mujeres entre los 15 y 60 años.
El papanicolau o citología del cuello de útero es un examen, cuyo fin es detectar en forma temprana alteraciones del cuello del útero, que posteriormente pueden llegar a convertirse en cáncer. Para obtener la muestra se utiliza un instrumento médico llamado espéculo, que se coloca dentro de la vagina, para así poder tomar una muestra de células o " agüita espesa", que luego se extiende en una lámina de vidrio y que se manda al laboratorio de patología, para ser analizada. La toma de la muestra no es dolorosa, sin embargo estar relajada y mantener una actitud positiva ayuda a que el examen transcurra de manera armónica.
Toda mujer, desde que inicia las relaciones sexuales debe realizarse un papanicolau anual En caso de tener un resultado anormal, si la lesión no es tratada a tiempo puede transformarse en cáncer. Todas las mujeres corren riesgo de tener cáncer de cervix, sin embargo se presenta más en aquellas que inician su vida sexual a temprana edad, (según los estudios mas recientes nuestras niñas estrenan su vida sexual a los 13 años), en las mujeres que tienen múltiples parejas, o en aquellas mayores de 45 años.
A pesar de que en nuestros centros de salud se realizan las pruebas de papanicolau, no contamos con suficientes programas de educación y prevención para motivar y movilizar a las mujeres a realizarse la prueba. Sin olvidar que es imprescindible ofrecer un seguimiento y tratamiento a las mujeres examinadas.
En aquellos países donde el sistema de salud tiene como prioridad, la salud de su población, la presencia de este cáncer es prácticamente insignificante. Las mujeres somos más de la mitad de la población, y las madres o parejas de la otra mitad. Este cáncer afecta a la mujer en su etapa más productiva y el país pierde el aporte maquiavélicamente invisibilizado de ellas a la producción y a la economía. No es sólo un problema de salud.
Debemos conocer nuestros derechos para poder ejercerlos. Muchas mujeres no saben que tienen que realizarse un papanicolau, o no conocen la importancia que tiene este sencillo procedimiento. Las mujeres tienen derecho a educación e información, derecho a la atención y protección de la salud, disfrutando de los avances de la ciencia. Esto implica que deben ser instruidas y preparadas para asumir con responsabilidad las consecuencias de su conducta sexual y reproductiva. Es la mejor manera de dejar de morirse pendejamente.
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