Julio Bevione, nuevo columnista de la revista Seleciones Reader's Digest habla sobre el origen de la ira, sus efectos y cómo controlarla.
La ira en una explosión emocional que ocurre cada vez que sentimos que algo no ha ocurrido como queremos o que perdimos el control de una situación. La ira es la rabia transformada en un hábito.
Es posible que nos enojemos, pero podemos evitar llegar a la ira. Por miedo a descontrolarnos, la tendencia es a suprimirla, pero lo ideal es reconocerla y dejarla salir de una manera saludable.
Una de las maneras más sencillas es a través de la respiración profunda o también desarrollando alguna actividad física que nos ayude a disipar esa energía.
Dos casos comunes:Uno de los casos típicos de ira es el de los que se quedan callados y luego explotan. Esto se manifiesta finalmente en gritos, desesperación y hasta enfermedades físicas (el hígado es el mayor afectado), mentales o emocionales. Se sugiere que ante alguna incomodidad, se busque la manera más adecuada de hablar, pero que se exponga el malestar. Nunca podrá ser contenido o se borrará, ya que saldrá y de manera potenciada y agresiva. Otro, es el de los que explotan en el momento de hablar o actuar y luego se arrepienten.
Si bien es importante decir lo que sentimos y hacer lo que queremos, siempre debemos crear un marco de respeto con la persona que hablamos o interactuamos y de quietud en la mente. Una manera fácil de lograrlo es respirar profundo más de tres veces antes de establecer esa conversación o hacer algo.
Emoción natural
Antes que nada, debemos entender que la manera de evitar la ira es saber entender la rabia. Ésta es una emoción natural y necesaria, ya que nos pone en alerta de que estamos perdiendo el control de una situación. Por eso, debemos estar atentos y tomar acción apenas la experimentamos, deteniéndonos, respirando y evitando tomar una decisión o hablar hasta que recuperemos la paz.
La respiración lo puede todo
Un recurso fácil, simple y efectivo para controlar la ira es la respiración conciente. Cada vez que inhalamos estamos permitiendo que nueva energía entre a nuestro cuerpo. Y al exhalar, liberamos la energía que ha hecho parte de la rabia. Por eso, respirar concientemente nos va poniendo otra vez en conexión con la paz.
¿Cómo lograrlo? Deteniendo lo que estás haciendo y alejándote de la situación o la persona que te causa rabia Luego, cierra los ojos y respira profundo, usando tu máxima capacidad en ese momento, y libera el aire completamente, tratando de hacer cada vez más larga la inhalación y la exhalación. Al completar cada ciclo, sentirás cómo comienzas a conectarte otra vez con una sensación de bienestar que irá disminuyendo el sentimiento de rabia y tus pensamientos comenzarán a esclarecerse.
Esto requiere disciplina, ya que debes estar atento y hacerlo cada vez que pierdas la paz. Con la repetición, la rabia irá desapareciendo y recuperarás el bienestar como parte de tu vida cotidiana.