¿Te aterra la idea de quedarse encerrado en un ascensor? ¿Te da miedo meterse en un estacionamiento subterráneo o pasar por un túnel? ¿Te asusta ir en autobús, en tren o en un avión? ¿Serías capaz de estar en una habitación oscura, pequeña y cerrada durante algún tiempo?
Las personas con claustrofobia se caracterizan por padecer un miedo intenso a situaciones relacionadas con espacios cerrados: habitaciones pequeñas, habitaciones cerradas, sótanos, bodegas, túneles, ascensores, el metro, etc.
En general, estas personas no suelen tener miedo sólo a una de estas situaciones, sino que experimentan temor en cualquier situación que implique cierre, restricción o confinamiento, como por ejemplo, estar debajo del secador de la peluquería, esperar en la cola del supermercado, atravesar unas puertas giratorias, meter la cabeza debajo del agua, etc.
Además, el temor no se centra sólo en el espacio cerrado en sí mismo, sino en lo que podría ocurrir "dentro" de ese espacio. Por ejemplo, la persona teme que en el ascensor no habrá suficiente aire, no podrá respirar y se ahogará.
La claustrofobia incluye dos componentes:
Miedo a la restricción. Es decir, al confinamiento, ya que los espacios cerrados pueden suponer una limitación de movimientos, la persona manifiesta "sentirse atrapada".
Miedo al ahogo. La persona manifiesta una sensación de falta de aire, de asfixia.
Cuando una persona con claustrofobia se encuentra en las situaciones temidas, experimenta una gran preocupación y temor, también experimentan sensaciones corporales, como por ejemplo, palpitaciones, temblores, sudoración, molestias gastrointestinales, confusión, etc. Todos estos síntomas suelen remitir de forma rápida en cuanto se abandona la situación de cierre. Lo cual lleva a la persona a intentar evitar todas estas situaciones, es decir, a no enfrentarse a aquello que teme.
Otras veces, aunque se enfrente a esas situaciones lo hace experimentando una gran ansiedad y por tanto puede que intente protegerse de algún modo (por ejemplo, situarse cerca de una ventana de la habitación, sentarse en la última fila del cine, o sentarse cerca del pasillo, en el tren, etc.). Asimismo, puede que también aparezca ansiedad anticipatoria, esto es, mucho antes de que la persona tenga que enfrentarse a la situación temida, ya aparecen sensaciones corporales y pensamientos perturbadores.
La claustrofobia es una de las fobias específicas con una prevalencia más alta, sin embargo, no todas las personas con claustrofobia buscan ayuda profesional para superar su problema. Existen varias razones que explican esto último:
-Muchas de estas personas manejan su problema "evitando activamente" las situaciones que impliquen cierre.
-La mayoría de estas personas desconocen que este problema puede llegar a desaparecer con un tratamiento apropiado.
-La persona suele buscar ayuda especializada sólo cuando su problema interfiere de un modo notable en su vida (en su trabajo, en su familia, en sus relaciones sociales, etc.)
Muchos claustrofóbicos se han resignado y han aprendido a vivir con su problema
Si además, sientes un malestar importante ante la posibilidad de enfrentarte a este tipo de situaciones, o alguna de las áreas de tu vida (ocio, laboral, académica, familiar, etc.) se ha visto afectada por este problema, es posible que tengas este problema. Pero, recuerda: esto es sólo una aproximación al proceso de evaluación necesario antes de aplicar cualquier tratamiento.
Si crees que puedes tener este problema, acude a un profesional que te asesorará para que puedas decidir si quieres recibir tratamiento.
Fuente: Previ -Psicología y realidad virtual