No por ser más caros van a resultar más entretenidos. Lo fundamental es que el juego fomente el desarrollo intelectual, emocional y creativo del niño.
No todos los juguetes son apropiados para todas las edades. Conviene mirar en los envases las edades recomendadas, una de las informaciones que obligatoriamente debe figurar. También hay que recordar la función educadora que el juguete tiene respecto a la igualdad entre sexos: no hay que distinguir entre juguetes exclusivos para niños o para niñas.
Una compra responsable y segura requiere la selección del juguete por parte de los padres de acuerdo a la edad del menor, así como mantenerse firme y no ceder ante todos sus caprichos
A la hora de comprar un juguete conviene tomar las siguientes precauciones:
- Probar el uso y manejo del juguete en la tienda. Este consejo es especialmente recomendable para los niños que lo han visto en un anuncio de la televisión y pueden tener una imagen muy diferente de lo que es en realidad.
- No es recomendable comprar en almacenes y tiendas esporádicas que sólo abren durante algunos días al año (periodo navideño). Posteriormente no tenemos a quién reclamar la garantía.
- Rechazar los que contengan elementos cortantes o que puedan causar daño.
- Los juguetes funcionales deben adjuntar las instrucciones de uso y precauciones que hay que seguir.
- Los destinados a niños menores de tres años no deben tener piezas pequeñas que el niño pueda tragar o inhalar. No pueden estar fabricados con materiales que aumenten de tamaño si se mojan con saliva.
- Los elaborados con tela, como los peluches, deben ser resistentes al fuego. Los ojos, orejas, adornos, etc. deben estar bien sujetos para evitar que se desprendan.
- Los juguetes químicos deben indicar su posible peligrosidad y las precauciones que hay que adoptar.
- Los que funcionen con electricidad están limitados a una tensión máxima de 24 voltios.
- Triciclos, caballitos o coches deben ser lo suficientemente estables como para evitar el riesgo de vuelco.
- Por último, debe guardarse el ticket que servirá como aval en caso de reclamación.
PRINCIPALES PELIGROS DE LOS JUGUETES
Imanes y piezas pequeñas. Se debe extremar la precaución con los juguetes que incluyan imanes, porque al ser muy pequeños pueden ingerirse fácilmente y los niños se podrían asfixiar. Igual sucede con las piezas pequeñas, o las que se pueden desprender si se ejerce tracción sobre ellas.
Ruido. Hay numerosos juguetes en los que si se aprieta un botón o simplemente se agitan, producen un ruido que resulta ensordecedor para los niños, cuyos oídos son muy sensibles.
Elementos cortantes. Algunos juguetes están compuestos por aristas y bordes cortantes que ponen en peligro la seguridad de los niños. O al manipularlos, pueden quedar a la vista estas partes cortantes.
Sustancias tóxicas. Los ftalatos, compuestos químicos que se emplean para aumentar la flexibilidad de los plásticos, están prohibidos en juguetes y artículos de puericultura, ya que resultan tóxicos si, por ejemplo, los chupan los niños. Algunos fabricantes los siguen usando.
Partes inflamables. La norma deja claro cuánto de inflamables (tiempo que tarda en extinguirse una llama con la que se intenta darle fuego) pueden ser un juguete y sus componentes. No todos los juguetes cumplen este requisito.
Un juguete para cada edad
Para bebés de hasta 2 años: es el periodo en el que los más pequeños descubren el entorno que les rodea. Por ello, regalemos juguetes que contengan elementos para chupar y palpar - sonajeros de colores, mordedores y mantitas con actividades-, y otros que puedan ser arrastrados y manipulados: construcciones grandes, torres y cubos apilables, así como coches de piezas grandes y poco pesadas.
Para niños de entre 2 y 5 años: los niños han de aprender a imaginar y comunicarse con el resto de personas. Por tanto, la mejor opción es obsequiarles con juguetes que les permitan moverse y experimentar: bicis de tres ruedas, cochecitos de bebé, pinturas y plastilinas, disfraces, e instrumentos musicales son algunos de los regalos más apropiados para niños de esta edad.
Desde 6 hasta 11 años: se aconseja regalar juguetes que potencien su capacidad creativa, como mecanos, construcciones, puzzles y en general los que permitan jugar y cooperar en equipo. Los videojuegos (atención: no cualesquiera, sino los creados para usuarios de esta edad), los juegos de mesa, de experimentos y de expresión plástica son los regalos más acertados para estos niños de 6 a 11 años.
A partir de los 11 años: es el momento idóneo para recibir como regalo complementos deportivos, bicicletas, monopatines, juegos de ordenador con contenidos indicados para esta edad, equipos de experimentos complejos y artículos que motiven la capacidad de investigación y cooperación de los niños.
Estos criterios no sólo deben recordarse en la tienda, sino también en casa, en el momento de decidirse por uno u otro, más aún cuando en una misma familia convivan niños de diferentes edades. Entonces, los padres tienen que prestar especial atención a que los más pequeños no utilicen los juguetes de los mayores porque pueden ser peligrosos para su salud.
Videojuegos sí, con la supervisión de los padres
Un uso responsable de los videojuegos no sólo no es perjudicial sino que puede resultar provechoso para los niños. Ahora bien, los padres deben controlar los contenidos del juego y, en su caso, limitar el tiempo que los niños dedican a esta actividad. Los videojuegos son una herramienta útil para desarrollar ciertas habilidades intelectuales y para que padres e hijos compartan momentos de ocio.
Una vez seleccionado y adquirido, hay que comprobar las condiciones en las que los niños disfrutarán de él. Su buen uso pasa por no superar las cuatro horas semanales de juego. Y se recomienda que se juegue con él en un espacio común de la casa bien iluminado, y no en su habitación, para evitar que se aíslen del entorno familiar y escapen de la supervisión paterna.
Se les debe hacer saber a los niños que el juego es irreal y ficticio, ya que algunos podrían llegar a identificarse en exceso con los protagonistas del juego y confundir ficción con realidad. La conclusión es que los efectos de los videojuegos dependen, en gran medida, de la implicación de los padres.
Un uso responsable de los videojuegos no sólo no es perjudicial sino que puede resultar provechoso para los niños. Ahora bien, los padres deben controlar los contenidos del juego y, en su caso, limitar el tiempo que los niños dedican a esta actividad. Los videojuegos son una herramienta útil para desarrollar ciertas habilidades intelectuales y para que padres e hijos compartan momentos de ocio.
Los videojuegos no deben comprarse a la ligera, por mucho que los niños los reclamen con insistencia.
Una vez seleccionado y adquirido, hay que comprobar las condiciones en las que los niños disfrutarán de él. Su buen uso pasa por no superar las cuatro horas semanales de juego. Y se recomienda que se juegue con él en un espacio común de la casa bien iluminado, y no en su habitación, para evitar que se aíslen del entorno familiar y escapen de la supervisión paterna.
Se les debe hacer saber a los niños que el juego es irreal y ficticio, ya que algunos podrían llegar a identificarse en exceso con los protagonistas del juego y confundir ficción con realidad. La conclusión es que los efectos de los videojuegos dependen, en gran medida, de la implicación de los padres.