Aprender a querernos más

Por Claudia Agramonte Saba - -

Cada vez son más las mujeres que no están satisfechas con su físico, que desean cambiar algo de su cuerpo y deciden recurrir a la cirugía, dietas, gimnasia,.... con objeto de mejorar la relación con el propio cuerpo. Pero, a veces, el rechazo es tan profundo, que la insatisfacción se convierte en obsesión y viven ansiosas y deprimidas por su imagen, anhelando la belleza que tienen, pero no logran ver.



1. ¿Por qué se produce el rechazo?

La imagen que cada uno tiene de su propio cuerpo se va reconstruyendo en base a las experiencias infantiles. El entorno familiar y escolar es uno de los factores que más influye en la formación de un carácter acomplejado.

La falta de apoyo o atención durante la infancia puede hacer que el niño crezca sintiéndose inferior y poco valioso.

Una educación excesivamente exigente también contribuye a que el niño construya una visión de sí mismo en función de los elogios y las críticas que recibe.


Cuando sus padres o profesores se muestran demasiado exigentes y poco permisivos, el niño siente que no está a la altura y que ha de demostrar siempre su valía para ser querido; y esto se traducirá en la vida adulta en una continua insatisfacción consigo mismo.

Algunos complejos son fruto de traumas del pasado; el hecho de haber sido motivo de burla o rechazo por un determinado defecto, imaginado o real, puede dañar duramente nuestra autoestima y desembocar en una timidez extrema.





2. Influencia de la moda y la publicidad

Muchos complejos nacen de un sentimiento de inferioridad que se origina al compararnos con modelos que la sociedad impone y que nosotros aceptamos como únicos aunque no se ajusten a nuestra forma de ser o vivir.

Se trata de un sentimiento que nos hace vulnerables y dependientes de la aprobación de los demás, ya que anteponemos esa opinión a nuestra propia autoestima, sin tener en cuenta que cuanto más nos queremos y más a gusto nos sentimos con nuestra forma de ser, pensar y sentir, más lo trasmitimos.


Los complejos debidos a nuestro aspecto físico surgen al contemplar el propio cuerpo con disgusto y vergüenza, asumiendo los rasgos que nos desagradan como taras o defectos.

La persona acomplejada por su aspecto exterior suele compararse continuamente con los demás y ansía parecerse a quienes admira por su apariencia. A ello ha contribuido el culto al cuerpo y a la moda, imponiendo sus ideales de belleza.


3. Claves para mejorar la relación con el cuerpo


1. La belleza es subjetiva. En primer lugar, no debemos olvidar que no hay valor menos objetivo que la belleza, ya que por ejemplo, a principios de siglo el ideal de mujer media 1,60 cm y pesaba unos 63 kg y actualmente esto parece que ha cambiado, ya que se asocia el éxito y la belleza con la delgadez extrema.


2. Conocernos y confiar en nosotros. La mejor manera de amar nuestro cuerpo es conocerlo y aceptarlo; asumir cuál sería nuestro peso saludable, saber lo que mejor nos sienta, lo que no nos favorece... Se trata de intentar ser la mejor versión de uno mismo, transformando lo que nos desagrada (corte de pelo, peso, aspereza de la piel...) y contemplando los rasgos que no podemos cambiar (piernas muy largas, ojos estrechos, pies grandes...) como diferencias que nos hacen únicos y especiales, y a las que podemos sacar partido.

Al confiar en uno mismo (valores, aspecto...) conseguimos armonizar nuestra imagen y personalidad y comunicarlo a los demás.

3. Que la necesidad de aprobación no se convierta en una obsesión. A todos nos gusta que nos alaben y hagan cumplidos. Desear la aprobación de los demás no está mal, siempre y cuando no lo convirtamos en una necesidad. Contar con el apoyo de otros nos hace sentir fuertes y seguros.

Sin embargo, es al necesitar esa aceptación y no conseguirla, cuando nuestros complejos e inseguridades toman mayor fuerza y nos vuelven débiles y dependientes.
Se trata de actuar de acuerdo a nuestros valores y sentimientos, sin tratar de contentar a todo el mundo y sin sentirnos acomplejados por ser diferentes o tener ideas distintas.

4. No airees tus limitaciones. Intenta no lamentarte en público de tus limitaciones o defectos; los demás pueden ver sólo esa parte negativa tuya.

Saca a relucir lo mejor de ti, tus amigos y familiares te ayudarán a descubrir todas tus virtudes.

5. Busca las ventajas de lo que te disgusta. Haz una lista con diez aspectos de tu apariencia o personalidad que te disgustan y trata de ver qué ventajas puedes extraer de cada uno. Si trabajas en ellos los acabarás viendo como diferencias y no como defectos.

6. No te obsesiones. Por último, conviene no olvidar que existe una gran diferencia entre buscar la belleza y aspirar a ella de manera obsesiva.

Para gustarnos más, no siempre es necesario ser más atractivo, ya que el problema no es la imagen que aparece en el espejo, sino la manera en que esa imagen se refleja en nuestra mente.

Todo va a depender de nuestra interpretación y sobre todo del amor con que lo hagamos.



Dª. Trinidad Aparicio Pérez
Psicóloga. Especialista en infancia y adolescencia.
Granada, España.