1. Alimentante bien. Esfuérzate por comer aunque no tengas apetito, para así ayudar al sistema inmunológico a vencer la enfermedad. Purés y jugos de frutas, así como sopas de verduras, pasta y carne desmenuzada son opciones ligeras y reconfortantes para estos casos. Consulta con tu médico la posibilidad de tomar un suplemento de antioxidantes vitaminas A, C y E y minerales como selenio y zinc.
2. Hidrátate continuamente. Toma bebidas como té caliente y caldo de pollo , así como suero comercial o casero ( a un vaso de agua agrégale el jugo de un limón, una cucharadita de miel, unas pizcas de bicarbonato y sal); los líquidos son básicos para evitar la deshidratación que a menudo provoca este tipo de infecciones, sobre todo si se acompañan de diarrea y vómito.
3. Descansa. Dormir es fundamental para que el organismo resuelva su conflicto con los microbios causantes de la enfermedad. Permanece en cama el mayor tiempo posible durante el día y duerme de ocho a 10 horas por la noche.
