Mito: El cáncer de mama se ha convertido en una epidemia entre las mujeres jóvenes.
Realidad: A pesar de que existen más mujeres en riesgo, el 95% de los casos de cáncer de mama se producen en aquellas de 40 años o más. Más de 3/4 de los casos se presentan en mujeres de 50 años o más.
Mito: El cáncer de mama mata a más mujeres que cualquier otra enfermedad.
Realidad: Muchas más mujeres norteamericanas mueren como resultado de cardiopatías y cáncer de pulmón. Además, las mujeres con cáncer de mama poseen una tasa de supervivencia de cinco años en un 96% de los casos si éste no se ha propagado en el momento del diagnóstico. Un diagnóstico prematuro se convierte en la clave para sobrevivir.
Mito: Las mujeres que no poseen un historial familiar de cáncer de mama no se encuentran en riesgo.
Realidad: La mayoría de las mujeres a las que se les diagnostica cáncer de mama no poseen parientes cercanos con la misma enfermedad. Por esta razón, todas las mujeres tienen que seguir las recomendaciones de la Sociedad Americana de Cáncer.
Mito: Las mamografías son dolorosas.
Realidad: Los mamógrafos modernos están diseñados para minimizar el grado de incomodidad, pero la compresión del seno resulta esencial para las mamografías de alta calidad. Como los senos pueden estar más sensibles antes o después de la menstruación, se debe programar el examen para otro momento.
Mito: Los antitranspirantes y los sostenes con alambre causan cáncer de mama.
Realidad: Este rumor se extendió con rapidez vía e-mail, pero ningún estudio ha demostrado que la utilización de antitranspirantes o de algún tipo de sostén aumentan el riesgo de sufrir cáncer de mama.
Mito: Detectar el cáncer de mama significa perder un seno.
Realidad: En un momento determinado, la mastectomía se convirtió en la terapia estándar. Hoy en día, sin embargo, existe más de una opción. La combinación de la lumpectomía y la radiación es lo que se realiza con mayor frecuencia.
Mito: Las mamografías son caras y los seguros no las cubren.
Realidad: La mayoría de los planes de salud públicos y privados cubren estos exámenes. Debido a que cada plan es diferente, resulta recomendable revisar los detalles con antelación. Si no se dispone de ninguna cobertura, se deben investigar los programas de mamografías de bajo costo.
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